Panel sobre convergencia mediática digital: «De la palabra al bit». Juan Mascardi y Marcela Farré

Una vuelta por la fábrica narrativa del bit

27 mar 19

Esta es la ponencia de Juan Mascardi, coordinador del programa Fundéu Argentina, de la Fundación Internacional de la Lengua Española (FIILE). La conferencia la dictó en el panel “De la palabra al bit”, en el Seminario Iberoamericano de Periodismo y Comunicación del VIII CILE 2019, en la ciudad de Córdoba.

 

Un espacio vacío es un bit. Una letra. Clic.

Una palabra es un conjunto de bits. O un conjunto de bits forman una palabra. Si la convergencia de los medios es el flujo de relatos entre plataformas, dispositivos, ciudadanos, algoritmos, industrias y productores; en este presente no existe un paso de un elemento hacia otro. No existe una transición de la palabra dicha, escrita en papel, o palabra pensada hacia un espacio de digitalización. La palabra ya es digital. Palabras y bits existen fusionados en una experiencia de comunicación centrífuga, laberíntica y espiralada.

 No existen ejemplos del pasado para comparar procesos contemporáneos. No es ni Elige tu propia aventura, no es el salto de un cómic al celuloide, ni la transmisión en vivo desde la cabina de teléfono de un suburbio que se potencia con la penetración de un satélite. Asistimos a una licuadora de relatos, una autopista de información de múltiples manos y el tránsito no es lineal ni sincrónico. Y nos chocamos con especies de distinto tipo: youtubers que nos enseñan que el río más largo ya no es el Nilo, la espectacularización de la gastronomía en Instagram, el qué de las cosas en Wikipedia, o la avalancha de autoayuda en Facebook.

 La revolución de la alegría tiene filtros y estamos filtrados en y por las redes.

El camino no es necesariamente evolutivo. Es un proceso de digitalización que es nube. Pero también nubarrón. O cloaca. O cañería universal subterránea y subrepticia. Si de procesos de producción se habla, el proceso de producción cambió su fábrica de contenidos. Y hasta las palabras tienen un carácter rancio. Que se denomine a una producción de no ficción como contenido periodístico, nos expone a un doble dilema:

-Por un lado, se supone que ese relato está encapsulado, retenido, está completamente adentro de algo.

-Y que sea periodístico, supone una periodicidad: el diario una vez por día, un programa de radio o TV en un horario, en un canal.

La crisis es también de palabras. Las palabras no llegan a nomenclar el proceso. La fábrica se expande. Si las noticias están contenidas en un envase con periodicidad fija, la noticias no son nada nuevo.

Revisemos, entonces, la fábrica de noticias. Podemos distinguir, al menos, cuatro procesos:

-Preproducción

-Producción

-Almacenamiento

-Distribución / emisión

Estas cuatro etapas, que en su modelo clásico permitían, en la preproducción: la investigación, el contacto con las fuentes, el relevamiento de datos; en la producción la realización concreta de un trabajo -sea cual fuere el medio-; en el almacenamiento, el empaquetado y diseño; y en la distribución o emisión el contacto cabal con las audiencias, ya no nos alcanzan para analizar los procesos fabriles y anacrónicos de la vida de la noticia.  

Cada una de las etapas está atravesada por actores que antes solo participaban en una o dos etapas: fuentes, medición de audiencia, contenidos multimediales, interacción con los usuarios, verificación de datos. Si pensamos en la producción de una noticia, por ejemplo, las redes comerciales no solo forman parte de la distribución sino también tienen un rol protagónico en el chequeo y en la producción. Y si pensamos que nuestro trabajo finalizó con el punto final, estamos equivocados. Qué vida tendrá nuestra producción a partir de la metadata y de la interacción con los usuarios será fundamental para entender que nuestra palabra siempre fue un bit.

Al decir del comunicador Mario Tascón, él propone que pensemos en el formato de un triángulo. En cada uno de los vértices se hace referencia a los protagonistas de la información: profesionales, usuarios y autómatas. En la cima, están los contenidos elaborados por los periodistas. En los ángulos opuestos, la producción que aportan los usuarios —redes sociales— y en el tercero la data que generan las máquinas. Todos los actores están presentes en todas las etapas.

La palabra está en ese proceso constante y ya no nos pertenece con exclusividad. Tal vez nunca nos perteneció. No existe el pedestal profesional, sino que nos arrojamos a una experiencia de comunicación que se da en el proceso centrífugo junto a todos los actores. No nos alcanza solo con narrar desde una posición equidistante, sino que la comprensión -como puente cabal en el proceso comunicativo- es mutua y circular. Depende del criterio, la precisión y la creatividad de narrar reinventando la fábrica y sus procesos.     

En este proceso, y con esta concepción, trabajamos en la fundación de la lengua española de Rosario, la FIILE, desde  el programa para el español urgente Fundéu Argentina, resultado de un convenio firmado con Fundéu BBVA. De alguna manera, el III Congreso Internacional de la Lengua Española, que se llevó a cabo en Rosario en 2004, con aquella significativa y amplia participación  ciudadana fue el puntapié para valiosas iniciativas en Rosario que perduran, entre ellas, la  Fundación Instituto Internacional de la Lengua Española. Su objeto  es el de contribuir al estudio y la difusión de los valores de nuestro idioma y a su enseñanza como lengua extranjera y son sus socios el Gobierno de la Provincia de Santa Fe, la Municipalidad de Rosario, la Universidad Nacional de Rosario y la Bolsa de Comercio de Rosario.

El programa Fundéu Argentina, forma parte de área de Lengua y Comunicación de la FIILE y nació mucho más acá en el tiempo, en noviembre del 2017. El objetivo es impulsar el buen uso del español en los   medios de comunicación de Argentina contribuyendo a cuidar la lengua,  un valioso patrimonio cultural que nos permite comunicarnos con más de 500 millones de hablantes. Publicamos periódicamente recomendaciones lingüísticas a partir del análisis de las noticias que aparecen en los medios de comunicación. Las difundimos en nuestro sitio web. Pero también lo hacemos a través de las redes sociales y por correo electrónico de forma gratuita a todas las personas interesadas en recibirlas. Generamos un promedio de cuatro recomendaciones semanales. Si bien tenemos una agenda proyectada, muchas veces debimos trabajar bajo la urgencia de la coyuntura o algún error recurrente de la prensa. Desde el lanzamiento que fue el 9 de noviembre de 2017 ya publicamos alrededor de 200 recomendaciones y respondimos unas 200 consultas.

Los argentinismos son nuestro valor añadido. Allí es donde sentimos a la lengua como un órgano y en movimiento constante. Muchas de nuestras recomendaciones, son argentinismos, como por ejemplo recomendamos cuidacoches y limpiavidrios para referirse a la persona que vigila automóviles aparcados en la vía pública a cambio de una propina y a la persona que por oficio limpia cristales, respectivamente. Otra, en esa sintonía, fue la recomendación sobre arrobar, neologismo que en el contexto de algunas redes sociales, es válida para referirse a la acción de mencionar a otro usuario. Pero hubo muchas: recordamos que choripán lleva tilde, o que algo zarpado-sarpado puede escribirse con z o con s.

El objetivo es estar en cada uno de los procesos de producción. Interpelar la fábrica pero estar en contacto con los obreros de la lengua para brindar una sugerencia, una recomendación o un llamamiento a una duda. No trabajamos con el error, sino que, ante la duda, procuramos abrir un abanico colectivo.  

Muchas veces nos rasgamos las vestiduras en nombre de la calidad periodística. Pero esa calidad no necesariamente va de la mano con ciertos formatos de prensa. La calidad no solo le pertenece al periodismo narrativo o al periodismo de investigación. La calidad puede estar presente en la síntesis de un tuit, o en el video de una historia de Instagram.

Para ello, es necesario pensar en tres categorías para la prensa de hoy: el Periodismo Fabril, el Periodismo Artesanal y el Periodismo Innovador.

 Entendemos el periodismo fabril, como aquel que trabaja con el último momento como insumo. El factor tiempo junto con la precisión son claves para la producción de relatos en tiempo real. A menor tiempo de producción y una precisión celosa bajo reloj, más calidad.  

 El periodismo artesanal es aquel que puede replicar una técnica de producción en la generación de un formato. Posee algo más de tiempo en su producción, pero replica formas en su estructura narrativa en su proceso creativo. Como el artesano que produce dos ceniceros, ambos son muy parecidos en sus formas, pero cada uno es único.

 Por último, el periodismo innovador es aquel al que se le permite el riesgo narrativo, aquel que rompe con estructuras preestablecidas, aquel que puede vivir en una incubadora esperando el momento oportuno, aquel que puede ser una performance o un relato remixado como si fuéramos DJ de la prensa. El tiempo será el tiempo que necesite, sin abandonar las sencillas y contundentes premisas del periodismo. Porque alguna vez, alguien nos puede susurrar en el oído que “Hay un fusilado que vive”.

 

Panel sobre convergencia mediática digital: «De la palabra al bit»

Sala de las Américas y retransmisión en Auditorio Maestro Rébora de la Facultad de Arquitectura – Universidad Nacional de Córdoba.

 

Preside: Marcela Farré (Argentina)

Modera: José Crettaz (Argentina)

Panelistas:

Juan Mascardi (Argentina)

Juan Manuel Lucero (Argentina)

Iñigo Noriega (España)

Pedro Zuazua Gil (España)

Cintia Mariana Cabral (Argentina)

 

 

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