Rogelio Villareal

Rogelio Villarreal: Cómo ser expertos en aplanar las curvas

19 may 20

Rogelio Villarreal es periodista, editor y profesor del ITESO de México. Es director editorial de la revista electrónica Replicante. Se suma al ciclo “Pandemia: las palabras y los signos de estos tiempos”, de Fundéu Argentina, con la expresión “aplanar la curva”.

 

Por Rogelio Villarreal

 

Es difícil levantarse cada mañana y no enterarse de las ocurrencias, fanfarronadas y mentiras del omnipresente presidente López Obrador. De su irresponsabilidad y su evidente desconocimiento de lo que pasa en su propio país y en el mundo. “La fuerza del presidente no es de contagio, es fuerza moral”, dijo el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, en una de las cansonas conferencias matutinas, a propósito de las imprudentes declaraciones presidenciales a los pocos días de comenzada la pandemia: “No pasa nada, salgan, abrácense, vayan a las fondas, a comer con la familia”. “Este virus no es tan grave”. De todo sabe y de todo opina este señor, que ha insultado ya a periodistas, a médicos, a ingenieros, a arquitectos y a empresarios, abusivos neoliberales todos ellos.

 

Se ha negado a untarse gel antibacterial en las manos y a usar el cubrebocas, así sea para dar un ejemplo a la ciudadanía. Siguió con sus giras tumultuosas besando y abrazando gente a lo largo y ancho del país. Él no se contagiará nunca, pues tiene amuletos que le ha dado la gente —el pueblo bueno— y que lo protegen de todo mal. Todos están equivocados, pues él siempre tiene otros datos —que nunca muestra— que contradicen las calificaciones a la baja de organismos nacionales y extranjeros respecto de nuestra economía. La pandemia, declaró el presidente hace unas semanas, “nos vino como anillo al dedo” para afianzar su “cuarta transformación”, y publicó en su portal oficial que va a “analizar la posibilidad de establecer un nuevo modelo económico, el reforzamiento de los principios y valores, así como la fraternidad universal y el reconocimiento a las culturas”, que “aunque todavía resulte muy pronto para hacer el análisis sobre las causas y efectos de la pandemia de coronavirus, ya podemos adelantar algunas lecciones con ciertos fundamentos y palpables resultados”, sin dejar de lado, por supuesto, el “fortalecimiento de la familia y valores culturales, morales y espirituales”. Esto en medio de la nueva militarización del país. Quizá a esto se refería el subsecretario cuando dijo, en un lapsus escalofriante, que nos preparáramos para la “nueva mortalidad”.

“Tenemos la capacidad de dar cristiana, humana sepultura a todos los muertos”, dijo el presidente que no creía en la gravedad del virus. No obstante las crecientes cifras de contagiados y muertos, de la saturación de un sistema de salud que el presidente se encargó de desmantelar apenas llegó al poder, ahora dijo que “ya falta poco para declarar que se domó la pandemia del covid-19”, “ya estamos en amarillo, a punto de pasar el verde”. Solo el presidente y sus funcionarios son optimistas, pues médicos y epidemiólogos señalan los riesgos de más contagios. “Viene un tiempo difícil. Afortunadamente hemos podido aplanar la curva de los infectados de los casos del coronavirus. [...] Eso nos ayuda porque se redujo el contagio, se volvió horizontal, se aplastó la curva”. Vaya, lo dijo. El presidente es experto en aplanar las curvas de todas las gráficas que reprueban su desempeño, en redirigir la flecha cuando esta apunta hacia abajo —o en equivocarse al presentar una gráfica para argumentar que en el “periodo neoliberal” la desigualdad aumentó: nadie le explicó que, si el índice de Gini disminuye, la desigualdad es menor—. La verdad es que los casos de covid-19 se duplican cada seis días, pero, por favor, “que nadie se confunda, esto no quiere decir que es exactamente plana, lo que quiere decir es que habríamos tenido muchos más casos de no implementar medidas de mitigación”, dijo el subsecretario de Salud. O sea, no se aplanó tanto.

 

 

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