«Violencias urbanas, comunicación e imaginarios colectivos»

Relatoría del IV Seminario «Violencias urbanas, comunicación e imaginarios colectivos»

24 nov 22

Por Tomás Viú.

 

El salón del cuarto piso de la Biblioteca Argentina de Rosario se llenó de debates, aportes e intercambios valiosos durante el IV Seminario de Fundéu Argentina —programa de la Fundación Instituto Internacional de la Lengua Española (FIILE) en convenio con la Fundación del Español Urgente de España—. Las jornadas del 3 y 4 de noviembre se desarrollaron bajo el título «Violencias urbanas, comunicación e imaginarios colectivos», ejes fundamentales que atravesaron los tres paneles planteados y las mesas de trabajo que compartieron periodistas, académicos, especialistas en medios y comunicadores. Cada intervención abonó al terreno de la reflexión colectiva sobre los problemas urgentes y los desafíos planteados alrededor de la ética y la responsabilidad social en el uso de las palabras y las imágenes en el ámbito de la comunicación y el trabajo de prensa.

 

Palabras de apertura

Juan Mascardi, coordinador del Programa Fundéu Argentina, dio la bienvenida a la primera jornada del Seminario, y destacó la labor que viene realizando el Programa Fundéu desde hace cinco años, con un trabajo sistemático dirigido a periodistas y comunicadores de la ciudad de Rosario y del país con el fin de promover el buen uso del idioma español entendido como patrimonio cultural y recurso estratégico.


Introduciendo el espíritu del Seminario, Mascardi explicó que el objetivo que se propusieron con estas jornadas fue el de reflexionar sobre algunos de los signos de nuestro tiempo y sus impactos en la comunicación: el debate sobre las violencias y otras condiciones que signan la vida cotidiana y las relaciones de convivencia en Rosario y en muchas otras ciudades de Argentina y Latinoamérica. Dio la bienvenida y nombró a los ponentes de la sesión de apertura (Esteban Rodríguez Alzueta, Andrés D´Alessandro, Alicia Simeoni, Bernarda Llorente) y a quienes integraron el segundo día de exposiciones (Natalia Aruguete, Osvaldo Aguirre, Hernán Lascano, Javier Drovetto, Jorgelina Hiba y Juan Chiummiento).


También agradeció, en su nombre y en el de la directora ejecutiva de la FIILE, Silvia Domínguez, a las autoridades de la Biblioteca Argentina y a las cuatro instituciones asociadas de la Fundación de la Lengua: la Municipalidad de Rosario, el Ministerio de Cultura de Santa Fe, la Universidad Nacional de Rosario y la Bolsa de Comercio.


Finalmente, antes de pasar la palabra, presentó a la directora del Seminario, Elizabeth Martínez de Aguirre, quien es directora del Centro de Investigaciones de la Facultad de Cien Política y RRII de la UNR, además de ser profesora de dos cátedras en la Escuela de Comunicación Social e integrar equipos internacionales de investigación en los que orienta su tarea en el análisis crítico de las prácticas comunicacionales.

 

Presentación del Seminario

En el comienzo de su intervención, Elizabeth Martínez de Aguirre se refirió a la alegría, el placer y la responsabilidad que significa coordinar el espacio y asesorar al talentoso y potente grupo de trabajo de Fundéu Argentina. Hizo referencia a la tradición que se va construyendo con los seminarios a lo largo de los años y a los aportes y las reflexiones que estos ámbitos de debate e intercambio abonan en lo que hace a «la visualización de las cuestiones sociales y culturales que más preocupan y que encuentran en el trabajo sobre el lenguaje un anclaje para analizarlas y transformarlas».

Antes de presentar al primer panel, situó el espacio de trabajo en el contexto de determinadas dinámicas, conflictos y circunstancias sociales, algunas de ellas signadas por las violencias urbanas, casi todas relacionadas con los cambios comunicacionales y las transformaciones profundas que está experimentando el campo, junto con la producción y circulación de imaginarios colectivos que generan circunstancias estigmatizadoras a la hora de pensar las subjetividades sociales.

En el contexto de desconcierto y extrañamiento del cambio civilizatorio experimentado a partir de la aparición de internet y sus consecuencias, Martínez de Aguirre situó el marco de la discusión social de las tecnologías de la comunicación y los cambios materiales y simbólicos que esto trajo aparejado. Se refirió a la digitalización de la cultura, a las transformaciones progresivas del espacio comunicacional y al paisaje de medios emergentes que implican una transformación profunda de las prácticas y dinámicas sociales: «La política en un tuit, la memoria en una selfie, el arte en un meme».

En el cierre de la presentación, Martínez de Aguirre inscribió el escenario de transformaciones en un cambio de época en el que se conjugan los tres temas fundamentales del Seminario: «Ética y responsabilidad social en tiempos de algoritmos», «Palabra, imágenes y estigmatización social», y «Periodismo de soluciones: ¿narrar para transformar?». «Vamos a encontrar una cierta panorámica de las transformaciones en torno al lenguaje, la palabra, sus capacidades y sus potencias para pensar y habitar este nuevo mundo», planteó la directora del Seminario a modo de apertura.

 

Panel: «Ética y responsabilidad social en tiempos de algoritmos»

Esteban Rodríguez Alzueta*, encargado de dar el puntapié inicial en las exposiciones del primer panel, empezó su discurso refiriéndose al carácter performático que tienen las palabras y a los efectos de realidad que producen. «Las palabras pueden dejarnos sin aire, podemos sentir una punzada en el estómago, pueden avergonzarnos, llenarnos de rabia, de odio, de mucho odio». Su planteo inicial fue que, lejos de ser inocentes, las palabras pueden hasta cuestionar nuestra identidad o agredir nuestra subjetividad. Específicamente, hizo hincapié en las palabras que se usan para nombrar los problemas de las sociedades actuales vertebradas por los medios masivos de comunicación. En ese sentido, describió como palabras terraplanistas a aquellas que tienen la capacidad de achatar la realidad, que están repletas de clichés y que, siguiendo a Hannah Arendt, nombró como palabras aladas: «Aquellas palabras que levantan vuelo, palabras deshistorizadas y deshistorizantes. Son palabras químicas porque se disponen para afectarnos».

Rodríguez Alzueta enumeró algunas de las expresiones utilizadas muchas veces como latiguillos en la enunciación periodística: «Los violentos de siempre», «delincuente», «pibe chorro», «batalla campal», «en ocasión de robo», «ajuste de cuentas», y planteó que estas frases hechas alrededor de la palabra violencia y sus palabras satélites se constituyen en «un chaleco de fuerza que aplana la realidad y la deja sin pliegues». Citó la frase de Buster Keaton: «Si miramos el mundo por el ojo de una cerradura es una tragedia y si abrimos el plano vemos una comedia, una parodia», y no dudó en afirmar que tendemos a mirar el mundo por el ojo de una cerradura y que, por lo tanto, «lo que estamos enfocando tiene un efecto dramático para los espectadores». En esa arena donde se despliega el show mediático, la palabra violencia «es una forma de decir no tengo ganas de entender, no tengo ganas de mirar de cerca», expresó el autor platense. El sintagma violencia deviene en una suerte de relleno ideológico, «una palabra comodín que empleamos para no ver».

Rodríguez Alzueta se refirió también al sedimento que las palabras van generando en nuestro imaginario y a la capacidad que tienen los trabajadores de prensa para manipular los discursos en pos de dirigir los sentimientos de las audiencias. Esos direccionamientos tienen que ver, entre otras cosas, con el objetivo de «reclutar adhesiones y consentimientos químicos que movilizan, para generar los puntos de apoyo que permitan componer los consensos necesarios». Siguiendo este planteo, las palabras sensacionalistas usadas reiteradamente sirven para desviar la atención transformando los problemas sociales en casos policiales. «También sirven para evitar que se siga licuando el capital político de determinados actores o para retener la adhesión de algunos sectores de la sociedad».

Rodríguez Alzueta mencionó el trabajo del investigador mexicano Diego Zavala sobre los vínculos entre lenguaje y narcotráfico. En ese sentido, la metáfora «guerra contra las drogas» juega un papel productivo en la construcción de la realidad narco, «no sólo porque da forma a prácticas discursivas y propone un marco de interpretación, sino porque además legitima luego la militarización de los conflictos». Zavala dice que la cultura de masas es la continuación de la guerra por otros medios. «Allí donde la política se queda sin palabras y baja los brazos, donde se queda sin ideas o sin tiempo, la televisión, el cine, los noticieros se convierten en la arena previa para ensayar otras batallas culturales».

El razonamiento compartido en la exposición sugiere que para que haya agresión debe haber previamente degradación, en este caso, en términos mediáticos. Es ahí donde las palabras van generando condiciones de posibilidad que legitiman la represión: «Para matar a alguien sin culpa, para linchar a una persona en el medio de la calle, para gatillar a una persona se necesita demonizarla previamente, difamarla».

En la complejidad que supone el análisis propuesto, Rodríguez Alzueta se detuvo unos minutos en la caracterización de las generaciones desangeladas de jóvenes que crecieron a la intemperie y que tuvieron que hacerse fuertes ante las inclemencias climáticas, económicas y sociales. Describió a la cultura de la dureza como aquella que los jóvenes aprenden en la calle y atesoran como un capital simbólico que les permite hacer frente a las disputas territoriales e interpersonales, al tiempo que deviene en un insumo moral que compone estas identidades. «Antes la identidad se resolvía con otras prácticas que ahora han implosionado. En un contexto de crisis de confianza, los jóvenes pueden hacer del delito una caja de resonancia, es una forma de decir “yo existo”, “tengo la palabra”».

En el tramo final de la exposición, Rodríguez Alzueta habló de los desafíos que tiene el periodismo en la actualidad, cuyo ejercicio no solo debe atender la deconstrucción de los mitos que ayudó a componer durante muchos años, sino que también debe agregarles complejidad a las coberturas para dar lugar a la reflexión: «Necesitamos otras palabras y otros acuerdos que nos permitan pensar las cosas de manera compleja. Aprender a constelar los problemas para devolverles su complejidad, estar mejor formados y enfrentar los debates para saber cómo queremos vivir juntos».

* Abogado, magíster y doctor en Ciencias Sociales (Universidad Nacional de La Plata). Es profesor e investigador de la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad Nacional de La Plata. Da clases en posgrados sobre sociología del delito, violencia e inseguridad. Autor de los libros Prudencialismo: El gobierno de la prevención; Vecinocracia: Olfato social y linchamientos; La máquina de la inseguridad; Temor y control; y Yuta: El verdugueo policial desde la perspectiva de la juventud, entre otros títulos.

 

Transformaciones y desafíos globales

Andrés D´Alessandro* comenzó su exposición describiendo brevemente el trabajo que viene llevando adelante la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), entidad que agrupa a medios impresos y digitales de todo el país y que este año cumple 60 años. Al vínculo que tiene desde sus orígenes con la defensa y promoción de la libertad de prensa, en el último período se suman diversas líneas de acción en sintonía con las transformaciones de la industria.

Dentro de esas trasformaciones, D´Alessandro situó los cambios experimentados por las audiencias en las formas de consumir información y contenidos de todo tipo, algo que generó fuertes impactos en el modelo de negocios de la industria periodística. En este aspecto, apuntó a la «transferencia fabulosa de recursos publicitarios a manos del duopolio de las plataformas».

A modo de graficar la centralidad del celular en la vida cotidiana de miles de millones de personas en el mundo, el director ejecutivo de ADEPA aportó que actualmente existen casi dieciséis mil millones de celulares activos en todo el mundo, lo que equivale al doble de la cantidad de habitantes, y lo que implica un enorme desafío en materia informativa. Una pregunta que motorizó el discurso de D´Alessandro tuvo que ver con pensar quién define la agenda informativa hoy. Como primera respuesta ubicó a los algoritmos y, en ese plano, se dedicó a explicar el funcionamiento de la herramienta Discover de Google, que, basándose en distintas fuentes, le ofrece al usuario contenido de su interés: «El usuario no hace una búsqueda específica: el contenido se despliega de forma personalizada en su dispositivo móvil».

Las fuentes en las que se basa Discover tienen que ver con el historial de navegación, la actividad en aquellos lugares a los que accede Google como la bandeja de entrada y de salida de correos electrónicos, el uso de apps, conversaciones por Skype, el historial de ubicaciones, entre otros indicadores.

D´Alessandro explicó que, como los medios no pueden saber qué contenidos mostrará Google Discover, deben optimizar sus producciones para que sean elegidas por los públicos. De ahí la relevancia que tiene esta herramienta a la hora de la generación de la agenda informativa. «Esta herramienta es una de las que más direcciona el trabajo de los medios en todo el mundo, especialmente en aquellos que están volcados al volumen de usuarios, para luego monetizar esos clics o buscar otra clase de experiencias de usuario que luego deriven, por ejemplo, en una suscripción».

Durante la intervención, D´Alessandro sumó otro problema que se presenta actualmente en relación ya no solo con el descreimiento por parte de los ciudadanos de aquello que se dice en los medios, sino con el hecho de evitar las noticias. «Una de las tendencias más alarmantes que demuestran los últimos informes del Reuters Institute es que los news avoiders están evitando de forma selectiva noticias importantes como la pandemia de coronavirus, la invasión rusa de Ucrania y las crisis económicas». En 2017, el porcentaje encuestado que dijo evitar las noticias era del 29 % y actualmente subió al 38 %. Otro dato que prende las alarmas: alrededor del 36 %, particularmente los menores de 35 años, dijeron que las noticias les bajan el ánimo. 

Frente a estos desafíos globales, Andrés D´Alessandro apunta hacia el rol fundamental de medios y periodistas «como parte de la solución y cumpliendo uno de los roles sociales históricos y centrales de la prensa en los sistemas democráticos y republicanos: informar a la ciudadanía y ser el perro guardián de los poderes del estado». En este punto, sugirió a la alfabetización digital como una vía a apuntalar en relación con la adquisición de destrezas básicas de manejo de equipos, programas, lenguas y nuevas formas de comunicación, pero además ampliando el concepto a la idea de ciudadanía digital, que implica contemplar derechos y obligaciones.

* Licenciado en Ciencias de la Comunicación con orientación en Periodismo (Universidad de Buenos Aires). En la actualidad se desempeña como director ejecutivo de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA). Anteriormente, fue director ejecutivo del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA). Integró la corresponsalía en Buenos Aires del diario Los Angeles Times y fue corresponsal del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS, de Perú).

 

«Ninguna primicia vale lo que valen nuestras vidas»

Alicia Simeoni* compartió su exposición en clave sindical, hablando desde el lugar que ocupa como secretaria adjunta en el Sindicato de Prensa de Rosario (SPR). Empezó con una cita de John Berger: «con la esperanza entre los dientes», y asoció la esperanza con la organización sindical: «Confío plenamente en el colectivo y en las formas de organización. La representación sindical es la que más contiene a trabajadoras y trabajadores, entre otras cosas, para discutir sobre la ética profesional».

Continuó hablando sobre el acostumbramiento de rosarinos y rosarinas a las violencias urbanas, entre las cuales destacó los femicidios y las quemas en las islas del delta del Paraná. Cuando se refirió a la fragmentación social, planteó que esta no es moldeada solamente por los medios de comunicación, «sino también por la clase social, las cuestiones de género, la cultura construida alrededor de la sociedad en un entramado complejísimo».

Acerca de la ética periodística, destacó el trabajo hecho en 2007 por el SPR a través de la declaración de principios que armaron de manera colectiva. Además, en 2016 el sindicato publicó una guía para minimizar riesgos en el trabajo periodístico, un tema con mucha vigencia que Simeoni enmarcó en las preocupaciones actuales a partir de las amenazas públicas que recibió el colectivo local de trabajadores y trabajadoras de prensa.

«Ninguna primicia vale lo que valen nuestras vidas», sostuvo la dirigente gremial al referirse a la exposición que implica la tarea cotidiana de la cobertura periodística, sobre todo, pensando en las y los movileros que trabajan para las radios de la ciudad y que acuden a los escenarios conflictivos sin protección y en soledad.

Promediando su intervención, Simeoni enumeró una serie de cuestiones «que atentan contra el comportamiento ético del periodismo»: la comunicación entendida como un negocio más; el algoritmo que «carece de comprensión contextual y semántica, pero que es un permanente editor»; la concentración mediática y la ausencia de una regulación para distribuir la pauta oficial «que sigue beneficiando a las grandes concentraciones de medios»; la precarización y las diferentes formas de pluriempleo; las pésimas condiciones de trabajo.

Sobre el cierre de su intervención, Simeoni señaló la necesidad de actualizar el trabajo sobre ética periodística, haciendo particular énfasis en la defensa colectiva: «Hay una sola manera de defenderse: la forma colectiva, la forma organizada de trabajadoras y trabajadores».

* Licenciada en Comunicación Social (Universidad Nacional de Rosario). Es docente de Política y Derecho a la Comunicación en la Escuela de Comunicación Social de dicha universidad. Desde 1993 es periodista de Rosario/12 y Página/12, y ha sido premiada por sus trabajos sobre temática de género. En la actualidad, es secretaria adjunta del Sindicato de Prensa de Rosario, donde ha tenido un rol activo en el ámbito de la libertad de expresión y la formación profesional.

 

La frustración manifiesta en los discursos de odio

Bernarda Llorente* situó su exposición alrededor de los vínculos entre tecnología y ciudadanía, y advirtió sobre los múltiples aspectos existentes entre tecnología y política. Planteó la necesidad de tomar a la tecnología como un instrumento y no como un condicionamiento: «El condicionamiento tecnológico nos lleva a un tipo de construcción social y planetaria que tocó sus propios límites en este modelo de desarrollo y que la pandemia puso en evidencia».

Llorente se detuvo para hablar sobre la desigualdad a nivel mundial, en donde «la globalización ha sido sinónimo de concentración». Los medios no fueron ajenos a este proceso. La concentración ya conocida de los medios en papel le dio lugar a la concentración de los medios digitales. La expositora apuntó a los beneficios y ventajas que tienen asegurados los dueños de los medios y que van más allá de lo estrictamente económico: «Muchas veces la ventaja es en cierta forma de control social y cierta incidencia sobre los ciudadanos, el país y la construcción de este presente».

Partiendo de que «hoy se escribe mucho en función del éxito de una nota», Llorente hizo mención a las grandes plataformas que digitan cómo titular las notas, qué contenidos mostrar y qué agendas tener para ser «funcionales y exitosos». Pero más allá del cambio tecnológico, destacó el cambio en la propia lógica de los medios y en cómo empezaron a posicionarse en la defensa de sus intereses empresariales. Refiriéndose puntualmente a los discursos de odio, aclaró que, si bien los medios no son los responsables absolutos, «han sido jugadores importantes en la forma de construcción de las sociedades a través de estos discursos». En sintonía con el discurso de Esteban Rodríguez Alzueta, la presidenta de Télam planteó que «las palabras por sí solas no modifican la realidad, pero ayudan a transformarla, y sobre todo influyen en nuestras visiones del mundo y de la historia, en nuestras interpretaciones y en nuestras construcciones».

La politización con representantes de ultraderecha, como los casos de Bolsonaro y Trump, significaron para Llorente un punto de inflexión en el mundo. A través de las figuras de estos personajes políticos, las sociedades se han polarizado y han emergido con una fuerza inusitada los discursos de odio: «Cuando hay frustración, muchas veces se manifiesta en los discursos de odio».

Sobre el tramo final de la exposición, Llorente reparó en la contracara de la conectividad: aquellos que no están conectados. «En el mundo, el cincuenta por ciento de la población no accede a una conectividad que le permita en serio el acceso a la información y al conocimiento. Hoy la conectividad tiene el mismo peso que en su momento tuvo la electricidad, es decir, condiciona nuestras posibilidades de vida».

Llorente socializó, por un lado, un deseo: el hecho de poder hacer un periodismo más libre, más serio, más verídico y de mejor calidad. En ese sentido, planteó la necesidad de que los y las periodistas asuman las propias falencias: «Tenemos que mirarnos nosotros mismos y ver cuánto nos hemos deteriorado y cuánto se han deteriorado los medios en esta carrera tecnológica que ha tenido consecuencias no queridas ni pensadas y que ha llevado también al descreimiento de parte de la población de las noticias que estamos dando». En el cierre de su presentación, la periodista se preguntó cómo construir futuro en un mundo que ya está deprimido y descreído y en el cual cada vez son más las malas noticias: «Creo que construir un buen periodismo desde la responsabilidad es una forma de ayudar a construir el futuro que todos necesitamos y queremos».

* Licenciada en Ciencias Políticas (Universidad de Buenos Aires). Es periodista, productora y especialista en contenidos audiovisuales. Fue subdirectora de programación y contenidos de Telefé. Es ganadora del Premio Emmy Internacional como mejor TV Movie de la televisión mundial con «Televisión por la identidad», del Martín Fierro con el unitario «Televisión por la inclusión» y del Martin Fierro como mejor programa de interés general con «Detrás de lo que vemos». Fue colaboradora en el diario Perfil. En el 2019 fue nombrada presidenta de la Agencia Nacional de Noticias Télam.

 

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