‘Pandemia: las palabras y los signos de estos tiempos’
14 may 20
“En la sobremesa de una cena familiar de cuarentena comenté sobre la invitación que me hizo Fundéu Argentina para escribir un texto dentro del ciclo ‘Pandemia: las palabras y los signos de estos tiempos’. Mencioné cuáles eran las palabras posibles a elegir y, entonces, mi hija Sara, que está por cumplir los 17, comentó que a ella le gustaría escribir un texto sobre un neologismo: zoompleaños. Así que esta vez escribe Sara y yo leo”, dice Damián Schwarzstein, director de Rosario3.com
Por Sara Schwarzstein
Yo no quiero un zoompleaños. Yo quiero un cumpleaños normal, con amigos, abrazos y torta. Bueno, la torta la puedo tener igual. Pero, ¿para qué sirve una rica torta si no hay gente con quien compartirla?
Mi cumpleaños es el mejor día del año. Mejor que navidad y que año nuevo. Mejor que el Día del Estudiante o el Día de la Chupina. Para mi cumpleaños se reúnen mis 30 amigos, 10 primos, 9 tíos, 2 hermanas y mis papás. Para que yo sople las velitas mientras me sacan fotos que luego van a publicar en sus redes sociales, y mientras mi mamá se emociona porque no paro de crecer. Pero este año no. Este año lo tengo que festejar por Zoom.
Odio esa aplicación. Y odio todo lo que hay detrás de ella. No solo es por donde tengo clases virtuales y por donde voy a “festejar” mi cumpleaños. También es la plataforma por la cual hablo con mis amigos, y el problema son los temas de conversación: un viaje de egresados lleno de incertidumbres, una fiesta de graduación sin invitados, planes con amigos que por el momento no se van a realizar y terminamos enumerando las cosas que añoramos. Así que no, no quiero un zoompleaños. No quiero nada que tenga que ver con Zoom o con la pandemia que estamos viviendo. Quiero mi vida normal, una fiesta normal, un 10 de junio normal.
Dicen que nada va a volver a ser como antes y que nuestro parámetro de normalidad va a tener que adaptarse y cambiar. ¿Cómo vamos a saludarnos? ¿Nos vamos a chocar los codos? ¿Cómo vamos a reunirnos? ¿Distancia de un metro y solamente si estamos todos con barbijos? Y la pregunta del millón: ¿cómo nos acostumbramos a esto? No sé, ojalá supiera. O, mejor dicho, ojalá no tuviéramos que hacerlo.
Este virus nos afecta a todos. Arruinó todo plan hecho y por hacer, toda estabilidad emocional, toda certeza y, en algunos casos, toda esperanza. Si de algo sirve esta odiada cuarentena, es que nos hace valorar todo un poquito más. Los abrazos, los domingos de asado, ir al parque una tarde soleada, ver una película en el cine (aunque Netflix es un gran compañero), reír con amigos, un cumpleaños en familia. Ahora que te estás dando cuenta de todo lo que tenés, ¿no crece el miedo a perderlo?
No quiero un zoompleaños. Ni una vida llena de barbijos. Ni tener que hacer mi último año de secundaria online. Ni una adolescencia con miedo a perder.
Por eso, me voy a adelantar al 10 de junio y voy a pedir ahora, sí, ahora mismo, un único deseo: que todo esto que estamos viviendo hoy quede en el pasado. Incluso Zoom.