Gabriela Sánchez
26 may 20
Gabriela Sánchez es periodista de la sección “Política” del diario Los Andes. Hoy se suma al ciclo “Pandemia: las palabras y los signos de estos tiempos”, de Fundéu Argentina, con la palabra “cuarentena”.
Por Gabriela Sánchez
La palabra cuarentena cambió completamente de significado desde el inicio de la pandemia. Desde que tengo memoria asocio la cuarentena al tiempo ―supuestos 40 días― que pasa una mujer sin tener relaciones sexuales después de un parto. Pero ahora, la palabra abrió sus alas, dejó atrás su connotación sexual y se llenó por completo de coronavirus.
Hasta hace dos meses, al pensar en la cuarentena venían a mí imágenes de una mujer cuidando a su bebé, con los ojos cansados, en una conexión única con su hije. Pero ahora, cuando pienso en alguien cumpliendo la cuarentena las visiones son diversas. En el mejor de los casos veo personas encerradas en sus casas con barbijos y guantes, limpiando obsesivamente los pisos; hasta siento el olor a lavandina inundando el ambiente.
En las escenas más dolorosas, visualizo ancianos en geriátricos o positivos de covid-19 en la cama de un hospital cuya única visita es la de un ser anónimo atrás de un disfraz de astronauta descartable.
También pienso en los solitarios que están cumpliendo el aislamiento preventivo, social y obligatorio recluidos en sus hogares con la única compañía de la tecnología, una planta y quizás una mascota. Y ahí sí encuentro reminiscencias del viejo significado que tenía la cuarentena. Imagino a esas personas ―que antes con un par de mensajes tejían encuentros íntimos de un par de horas con algún conocido o desconocido― ahora, limitadas a explorar su sexualidad con la intermediación de una plataforma virtual o en soledad, obligadas a cumplir una abstinencia de abrazos y caricias que se extiende cada dos semanas un poco más.
¡Con razón se festejó la habilitación de las salidas recreativas! Las redes reían con la idea de ajustar Tinder a esa distancia para buscar un amante fugaz y caminar 500 metros sin dar explicaciones.
A más de 60 días del inicio del aislamiento, las autoridades de algunas ciudades han decidido permitir los encuentros con familiares (padres, hijos y hermanos), pero los protocolos no dicen nada sobre novios, conocidos o enamorados. Por ahora, la cuarentena de los solitarios se ha extendido más que la de las parturientas.