Silvana Stabielli
04 sep 20
Silvana Stabielli es profesora de francés, licenciada en Letras (UBA) y tiene un posgrado en Sociología de la Cultura de la UNSAM. Es asesora lingüística en Canal 13 (El Trece) y Todo Noticias, y editora de estilo en Tn.com.ar, donde publica cada semana la columna “Las cosas y las palabras”. En Instagram (@gongora.ar), responde dudas y comparte curiosidades de la lengua. Se suma al ciclo “#Signos2020: nuevos tiempos, ¿nuevas palabras?” con la palabra “protocolo”.
Por Silvana Stabielli
La nueva normalidad está dejando huellas en la lengua. Además de imponer nuevas palabras, se encargó de aumentar el protagonismo de algunas que ya existían y rara vez aparecían en una conversación habitual. “No salgo del estupor” es un ejemplo. Desde febrero, lo repito mucho. Antes, casi no pronunciaba este sustantivo. El estupor no era una percepción frecuente. Me movía en un “fordismo” cómodo, sin grandes sobresaltos, y no estaba pendiente de qué distancia me separaba del verdulero.
Pero vamos al desafío: elegir una expresión de esta época. En general tiendo a clasificar, me tranquiliza y me ayuda a entender. Revisando el vocabulario “covid” ―desde que la RAE lo convalidó, adopté el sustantivo común― pensé en armar dos columnas. En la primera, pondría los neologismos ―aquellos términos que tuvimos que crear para nombrar un escenario inédito, con objetos y acontecimientos desconocidos―; la segunda la reservaría para las palabras que, hasta hace seis meses, eran patrimonio de disciplinas especiales y hoy forman parte de nuestro decir cotidiano. En ese esquema, podrían convivir “covidiota” y “coronacrisis” con “desinfectar” y “entubar”, para dar algún ejemplo.
Después de esta recorrida imaginaria, opté por el término “protocolo”, un ganador indiscutido si de popularidad se trata. ¿Cuántas veces lo oímos por día? Miles. “Armar un protocolo”, “presentar un protocolo”, “aprobar un protocolo”. Estas tres acciones sintetizan nuestra visión de la salida de la encrucijada. En un artículo del diario El País, el filósofo alemán Peter Sloterdijk fue consultado sobre qué le espera a la humanidad después de la pandemia. “Una declaración general de dependencia universal”, dijo para explicar el compromiso individual dirigido a la protección mutua que definió como “coinmunidad”. En ese universo, los protocolos adquieren una justificada relevancia.
Entre las diferentes acepciones que da el diccionario, me detuve en dos: 1- Conjunto de reglas establecidas por norma o por costumbre para ceremonias y actos oficiales o solemnes, 2- Secuencia detallada de un proceso de actuación científica, técnica, médica, etc.
Si repasamos nuestra experiencia “precovid”, podemos identificar estos usos. El primero, que equivale a la noción de “ceremonial”, estaba destinado a ciertos contextos. Las bodas reales, la entronización de un papa o las exequias de un personaje ilustre se llevan a cabo con reglas específicas, nada está librado al azar. Ese código que llamamos “protocolo” es compartido por algunos que, en esas circunstancias, ayudaban al resto a decodificar lo que ven y no pueden interpretar.
La segunda acepción hace referencia al ámbito científico. Desde hace mucho tiempo la medicina está “protocolizada” y dejó de ser un arte donde cada profesional escogía un modus operandi. Para cada práctica existen pautas de planificación, organización y coordinación.
Esta palabra, antes circunscripta a territorios específicos, hoy se instaló en la conversación pública para expresar el deseo de una perspectiva posible. Organización, coordinación, planificación no han sido los rasgos que más nos han distinguido como sociedad. Sin embargo, estamos dispuestos a modificar el comportamiento, a aceptar las reglas en lugar de esquivarlas. Con tenacidad todos deseamos tener un “protocolo” que nos devuelva la seguridad perdida, que nos dé ilusión de porvenir. Cuando dentro de algunos años la Academia decida integrar nuevas definiciones a los lemas del diccionario, probablemente se detenga en “protocolo” para agregar: conjunto de reglas establecidas por norma para una actividad pospandemia.