Periodismo cash es el nombre de una trilogía que partió hace más de diez años
14 abr 18
La religión portátil en tres pasos. Uno: comprar un dios en la India. Dos: diseñar una iglesia en Sillicon Valley. Tres: fundar una religión en Nueva York.
Así, Juan Pablo Meneses, el escritor, cronista y periodista chileno, fundador de la Escuela de Periodismo Portátil, siguió esos tres pasos que se alejan de una receta culinaria para escribir un libro de no ficción. Ya había escrito uno sobre la industria de la carne y otro sobre la industria del fútbol, y ahora prepara el tercero de la trilogía Periodismo cash.
Fundéu Argentina dialogó con el autor de los libros Equipaje de mano; Sexo y poder, el extraño destape chileno; La vida de una vaca (finalista del Premio Crónicas Seix Barral); Crónicas Argentinas, y Hotel España sobre este emprendimiento que incluye dioses, religiones y narrativa.
—¿Cuáles son los puntos de contacto entre el libro en construcción Periodismo cash y la creación de la Iglesia de la religión portátil?
—Periodismo cash es el nombre de una trilogía que partió hace más de diez años, cuando compré una ternera en La Plata para escribir La vida de una vaca (2008). La base de esta trilogía es comprar con dinero en efectivo al protagonista del libro. Me interesa usar la compra y la venta como herramientas narrativas. El lector-cliente enfrentado al autor-dueño. Después de La vida de una vaca, recorrí Latinoamérica buscando comprar un jugador infantil, y de ahí salió Niños futbolistas (2013). Y ahora, estoy escribiendo el último libro. Después del ser animal y del ser humano, fui a la India y compré un ser divino. Me compré un dios y le fundé una religión en Nueva York. Me interesa explorar el mundo de la espiritualidad, de la religiosidad, de los abogados y contadores y accionistas de Iglesias. Soy cronista, finalmente.
—En un mundo de consumo y de mercantilización emocional a través de plataformas digitales, ¿la compra de un dios pone en tensión las creencias actuales?
—Las creencias actuales, las clásicas, están muy en entredicho. En los medios se ve todos los días. Con la religión portátil me interesa explorar una nueva espiritualidad. En los fundamentos de la religión portátil está no exigirles nada a sus seguidores, y ellos si quieren pueden tener otros credos, ser monógamos o polígamos, es todo totalmente libre. Es una espiritualidad freelance. Es una Iglesia donde los dogmáticos y los burócratas, posiblemente, se aburran.
—Leí en una entrevista que hay una búsqueda tuya interior. ¿Podrías creer en otra cosa que no sea tu propio dios?
—Más de 20 años de periodismo han hecho un daño considerable en mi forma de creer. Trabajo en un oficio donde te enseñan a desconfiar, y donde el periodista que no cree, el cínico, el que se burla de las creencias de otros, está mejor valorado. A eso hay que sumarle que hice toda mi educación en un colegio católico, de lo que estoy escapando hace más de 30 años. Al final, mi búsqueda es también arrancar de esa matriz católica en mi educación, y el molde descreído del periodismo. Hay días que me descubro creyendo cada vez más, en mi dios y en todo. Aunque a veces tengo recaídas.
—¿Cómo estará conformado el libro?
—No sé cómo terminará quedando. A veces, los libros cambian la última semana antes de ir a imprenta. Pero estará cruzado por dos visiones. Antes de mi dios, cuando busco e investigo la compra de mi divinidad. Y después de mi dios, con todo lo que viene hasta terminar fundando una religión en Times Square durante Black Friday.
—La religión es portable porque deriva de tu propio recorrido, un periodismo portátil. ¿En algún momento dejarás de ser nómade?
—Moverse es parte de una filosofía que va más allá del traslado físico. Pienso en Duchamp, que estaba enviciado en cruzar muchas fronteras, también las geográficas. Estoy convencido de que cada vez hay más gente en ese camino, más aplicaciones tecnológicas para los nómades, más oportunidades para los ambulantes, y suena hasta lógico que exista una religión para los trashumantes.
—Cuando estabas en India y te ofrecían sexo, drogas y demás, ¿qué te movilizó para comprar un dios?
—A la India fui a comprar un dios. En esa época vivía en Chile, dirigía un periódico en Santiago y tenía a cargo una cadena de diarios regionales. Me tomé varias semanas para irme a la India a trabajar en mi proyecto. Todo lo otro que me ofrecían yo lo podía conseguir fácil en Santiago. Pero no un dios, uno real, uno que pudiera comprar en cash. Obviamente, no pasó mucho de mi vuelta cuando presenté la renuncia y volví a ser freelance. A veces me gusta pensar que ese fue uno de los primeros milagros de mi divinidad.
—¿Este tipo de periodismo se puede definir como periodismo de laboratorio o de incubación?
—Algunos dicen que es gonzo, pero yo creo que no tiene nada que ver con el gonzo. Otros dicen que es de inmersión, pero yo creo que no tiene nada que ver con la inmersión. No termina de convencerme que sea de laboratorio. La trilogía se llama Periodismo cash, y no me parece un mal nombre para definir este proyecto.
Entrevista de Juan Mascardi, para Fundéu Argentina.