Lenguaje inclusivo, esa piedra en el zapato de tantos

26 jun 18

La Academia Argentina de Letras no ha emitido un dictamen acerca del uso de las fórmulas de inclusión (el "todos y todas", la @, la x, la e). Desde su Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas, sin embargo, surgió la necesidad de consensuar una postura para dar respuestas a la comunidad, dada la creciente visibilidad del fenómeno.

 

La cuestión gramatical y la pregunta sobre el origen

El primer punto es fácil de resumir. En español, el género se estructura de la siguiente manera: el femenino solamente designa a un grupo de mujeres; el masculino designa tanto a un grupo de hombres como a un grupo mixto. A este último caso se lo conoce como masculino "genérico" o "no marcado". De esa manera está codificado en la mente de los hablantes de español del mundo, sin excepción, puesto que se aprende naturalmente desde el nacimiento.

En contra del uso de las fórmulas de inclusión, se suele argumentar que el origen del masculino genérico es puramente convencional. Ante esto, hay que señalar dos cosas:

– Primero, el hecho de que algo sea puramente convencional (las lenguas son básicamente códigos convencionales) no impide que pueda tener los efectos denunciados por quienes no se ven incluidos en ese masculino. En estos casos, la discusión debe ser acerca de qué percepciones están asociadas a determinado uso lingüístico, más que si ese uso es o no inherentemente discriminatorio o invisibilizador. Por otra parte, esas percepciones no son caprichosas: están fuertemente atadas al contexto social e histórico de nuestras sociedades, en las que la desigualdad entre el hombre y la mujer es un hecho consumado, sostenido a lo largo del tiempo y defendido por sus beneficiarios.

 

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