los nombres de los tifones, ciclones y huracanes
Medioambiente y meteorología | 17 sep 18
Los nombres con los que se conocen los tifones, ciclones y huracanes no necesitan marcarse con cursiva, comillas ni ningún otro resalte, de acuerdo con la Ortografía de la lengua española.
Así, no es preciso destacar el nombre de Mangkhut, que es el que le corresponde al tifón tropical más fuerte que se registra este año según la lista de denominaciones previstas para este tipo de fenómenos por la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
En algunos casos, como el del ejemplo anterior, se han empleado dos nombres diferentes: Mangkhut, que es el que le corresponde en esa lista de la OMM, y Ompong, que es el que le dieron las autoridades filipinas.
Es frecuente encontrar en las noticias frases como «Al menos 13 muertos es el resultado de las inundaciones y los desplazamientos de tierra que provocó en Filipinas el tifón “Mangkhut”» o «El poderoso tifón “Mangkhut”, que se encuentra en camino a Filipinas, amenaza a millones de personas en el país», en las que habría sido preferible escribir «Al menos 13 muertos es el resultado de las inundaciones y los desplazamientos de tierra que provocó en Filipinas el tifón Mangkhut» o «El poderoso tifón Mangkhut, que se encuentra en camino a Filipinas, amenaza a millones de personas en el país».
Además, se recomienda mantener el artículo cuando de forma oral o escrita se mencionen los huracanes, tifones o ciclones directamente por su nombre propio: el Mangkhut, mejor que Mangkhut.
Por otra parte, si se emplea el prefijo super- para expresar la gran magnitud del tifón, lo adecuado es escribirlo sin tilde y unido a la palabra que acompaña (supertifón, no súper tifón ni súper-tifón), tal y como señala la Ortografía.
En cuanto al género, tanto las tormentas tropicales como los huracanes y tifones son todos ciclones, por lo que, cuando se mencione un huracán que luego se convierte en tormenta, lo aconsejable es unificar el género empleando el artículo masculino —el (tifón) Mangkhut—, recurso que permite mantener la coherencia en la denominación del fenómeno atmosférico en sus distintas etapas.